Invertir bien no es solo asunto del sector empresarial, sino de todos los colombianos.
Colombia continúa teniendo una de las economías más pujantes de Latinoamérica, con un crecimiento interanual del PIB destacado entre las naciones integrantes de la Ocde.
El pronóstico de crecimiento del Banco Mundial para Colombia pasó de 1,3 % a 1,7% para este año, mientras que la Ocde espera que el PIB crezca 1,5 %, aumentando su pronóstico previo de 1,2 %.
Estos pronósticos ubican a nuestro país por encima del crecimiento promedio de los países de la Ocde (1,4%).
Sin duda, este desarrollo es el reflejo de un gran esfuerzo de todos los sectores, en medio de fenómenos desafiantes como los que hemos atravesado en los últimos años como una pandemia nunca vivida y posteriormente con la volatilidad de los mercados financieros, incrementos de inflación a niveles que no se presentaban desde comienzos del año 2000 y tasas de interés y reformas estructurales con impactos relevantes a nivel macroeconómico y empresarial.
Para que Colombia siga manteniendo esa senda de crecimiento, es necesario fortalecer el ahorro y la inversión: si bien en el país el ahorro representaba en 2021, cerca del 13% del PIB nacional, en los últimos dos años ha venido disminuyendo por debajo de los dos dígitos.
Aún hay grandes retos para mejorar este indicador frente a otros países de la región como Brasil y Chile con porcentajes cercanos al 18% y 17% de su producción local, y algunos países de Europa, donde la tasa de ahorro privado es superior al 100%, entre los cuales se encuentran Dinamarca y Noruega.
De ahí la importancia del ahorro y la inversión, que son la llave maestra para un desarrollo constante. Ahora más que nunca es pertinente hablar de la canalización de recursos a través de los fondos de inversión, administradoras de pensio nes y de cualquier otro tipo de vehículo que fomente y viabilice la cultura del ahorro.
Este propósito no debe ser ajeno a las políticas públicas, cuyas directrices deben estar orientadas a mejorar la calidad de vida de los colombianos, debido a que de una adecuada curva de ahorro dependen las tasas de inversión.
Esta realidad nos incumbe a todos los colombianos y por eso debemos comprender que el ahorro no es privado o público y tampoco es de ideologías, el ahorro es un capital clave para el crecimiento social y económico de las poblaciones y regiones en todo el territorio nacional. En países con mayor cultura de ahorro éste ha demostrado financiar proyectos de infraestructura y proyectos inmobiliarios.
Promoviendo el ahorro y generando un flujo de capital, será posible realizar mejoras en las vías que interconectan las diferentes zonas de Colombia y desarrollar obras de infraestructura, obras civiles e inversiones inmobiliarias.
De modo que, el ahorro bien invertido y direccionado no es solo asunto del sector empresarial, sino de todos los trabajadores colombianos, que día a día, gracias a sus contribuciones se convierten en un eje fundamental para la construcción del país.
De esta manera, los trabajadores en su libre derecho tienen la potestad de elegir quien debe administrar ese ahorro, siendo fruto de su esfuerzo y trabajo con la expectativa de verse retribuido en desarrollo de infraestructura, inmobiliario y de asegurar una mejor calidad de vida para ellos y sus familias.
Basta solo con observar el comportamiento de una de las herramientas de ahorro más eficientes: el ahorro pensional, cuyas ganancias para los trabajadores, desde 2011, superan los 190 billones de pesos, de acuerdo con los datos de Asobancaria.
Según Asofondos, el valor de los fondos de pensiones alcanzó un nuevo máximo histórico al llegar a 381 billones de pesos al cierre del primer semestre de 2023, recursos que han sido manejados por agentes expertos, para generar altos índices de rentabilidad.
De hecho, el gremio destaca que, a raíz de su operación en los últimos 29 años, el 67,5% de dicho monto corresponde a ganancias generadas, lo que demuestra la capacidad de inversión propia de este tipo de vehículos y su importancia para la economía nacional.
Con ese monto de inversión, propiedad de los más de 18 millones de aportantes, se ha viabilizado la inversión en deuda pública local, renta fija, renta variable internacional y más de 24 billones de pesos dirigidos a obras como vías e infraestructura que abren opciones al desarrollo inmobiliario, resultado de estrategias de inversión diversificadas.
Así se ha forjado el ahorro, que día a día se convierte en una destinación sólida del dinero con una rentabilidad ajustada al riesgo, a través de activos de menor volatilidad ante las variables del mercado.
Para esto, es imprescindible actualizar el marco normativo y regulatorio para potenciar la capacidad de ahorro de los colombianos y estimular la inversión, las llaves maestras para Colombia.